Conmovedor video de una niña de 15 meses que sale de su casa para mirar y sentir la lluvia por primera vez nos recuerda la felicidad de los placeres sencillos, el hecho de que el mundo se encuentra en perpetua renovación.
A veces puede parecer un lugar común decir que son las cosas sencillas de la vida las que otorgan mayor placer. Todos lo sabemos, pero no menos cierto es que a veces también todos lo olvidamos. La risa de un niño, una tonada agradable que de pronto recordamos, las flores que se abren gratuitamente en una jardinera olvidada de la calle que recorremos cotidianamente, la nube que oculta al sol y por esto adquiere un resplandor inesperado, la caricia espontánea de la persona que nos quiere y a quien quizá también queremos.
En algún lugar de En busca del tiempo perdido, Marcel Proust asegura que la creación del mundo no tuvo lugar al principio, sino que esta sucede todos los días. En el budismo se enseña que la realidad se renueva cada vez con cada respiración. Y aun cualquiera de nosotros puede darse cuenta de esto mismo: el instante que ocurre en este momento no es ya el instante que lo precedió, ni será el que viene. “Siglos de siglos y solo en el presente ocurren los hechos”, dice Borges en “El jardín de senderos que se bifurcan”.
En el video que ahora compartimos quedan constatadas de inmejorable manera todas estas ideas. En la escena que se creería simple pero que es en todos sentidos milagrosa, de una pequeña niña de 1 año que por primera vez descubre y tiene conciencia de la lluvia, ese fenómeno también poético en sí mismo que todo lo limpia y lo revive.
La felicidad pura, “el olvidado asombro de estar vivos”, la maravilla de un mundo inexplorado, desconocido, dispuesto en toda su plenitud.