Jesucristo como El Buen Pastor, vitral en la iglesia anglicana de San Juan Bautista, Ashfield, New South Wales, Australia (Alfred Handel, 1946; Imagen:Toby Hudson)
En una tesis que sin duda despierta polémica pero igualmente hace ver la antigüedad de la propaganda como un mecanismo de poder y control, el investigador estadounidense Joseph Atwill sostiene que la historia mesiánica de Jesucristo fue en realidad un invento del Imperio Romano para pacificar a los más pobres, un “sistema de control mental para producir esclavos que creían que Dios había decidido su esclavitud”.
Atwill es autor de Caesar’s Messiah: The Roman Conspiracy to Invent Jesus, un libro recién publicado en el que desmonta la idea de que el cristianismo comenzó como una religión y, en su lugar, lo coloca como una sofisticada maniobra de propaganda gubernamental. De acuerdo con el investigador, los libros que integran el Nuevo Testamento (base de la doctrina cristiana) no fueron escritos por los evangelistas y otros personajes a quienes la tradición y el dogma atribuyen su autoría, sino por un grupo específico de aristócratas romanos en el siglo I de nuestra era.
Según esta interpretación, uno de los motivos detrás de dicha estrategia fue la persistente rebeldía del pueblo judío y, en particular, sectas religiosas que so pretexto de esperar la llegada de un “Mesías guerrero”, con frecuencia desafiaban la hegemonía de Roma. En cierto punto el Imperio dejó de lidiar con este problema por la vía armada y, a cambio, optó por la psicológica, según defiende Atwill.
“En vez de alentar la guerra, este Mesías incitaba al pacifismo de poner la otra mejilla y animaba a los judíos a “dar al César” y pagar sus impuestos a Roma”, explica el investigador. Y continúa:
Aunque el cristianismo pude ser cómodo para algunos, también puede ser muy dañino y represivo, una forma insidiosa de control mental que conduce a la aceptación ciega de la servidumbre, la pobreza y la guerra a través de la historia. Actualmente, en especial en Estados Unidos, es utilizado para generar apoyo para la guerra en Medio Oriente.
Como evidencia de sus afirmaciones Atwill presenta una comparación entre las narraciones del Nuevo Testamento y la de Flavio Josefo en La guerra de los judíos, el único testimonio escrito conservado de la vida en Judea durante el siglo I. Atwill asegura que entre ambos relatos hay similitudes que hasta ahora han pasado inadvertidas a propósito de esta posible invención propagandística.
Lo que parece que ha sido eludido por muchos investigadores es que la secuencia de eventos y lugares del ministerio de Jesús es más o menos la misma que la secuencia de eventos y localidades de la campaña militar de Tito Flavio según la describe Josefo. Esta es una evidencia clara de un patrón construido deliberadamente. De hecho, la biografía de Jesús está construida, de principio a fin, sobre historias previas, pero especialmente sobre la biografía de un César romano.