5.- El salto de los Vanuatu
Los vanuatu tienen un rito que resulta aterrador, si se le plantea a alguien como yo que un par de metros de altura me producen vértigo.
A los ocho años, los niños de la tribu vanuatu tienen que demostrar su masculinidad saltando de una torre construida de madera que tiene por lo menos 30 metros de altura. Se lanzan al precipicio completamente desnudos, con una cuerda atada a los tobillos
El objetivo de este ritual es el de impresionar a los dioses y a las chicas, pero para que los dioses queden suficientemente impresionados, la cabeza del saltador debe tocar el suelo.
4.- La aterradora circuncisión de los aborígenes australianos.
Los jóvenes de las tribus aborígenes de Australia deben someterse a un procedimiento que en verdad suena aterrador.
Entre los 15 y los 16 años, el muchacho es recluido y pasa varias horas cantando. Dicha actividad tiene como intención que el chico se tranquilice, pero honestamente dudo que esto funcione, si es que la pobre víctima tiene la menor idea de lo que sucederá después.
El médico brujo realiza el corte del prepucio sin anestesia, y “el paciente” no debe demostrar la menor señal de que experimenta dolor. Eso sería una vergüenza, y un acto de cobardía.
Una semana después, viene la segunda operación, la más aterradora:
El antropólogo Jens Bjerre es uno de los pocos hombres civilizados que han presenciado dicho procedimiento, y lo describe en su libro: The Last Cannibals:
Se practica un agujero que atraviesa el órgano sexual, cerca de la raíz y se inserta en él una astilla con el objeto de asegurarse que el conducto no se cierre por sí mismo. De ahí en adelante, la orina y el semen saldrán por este pequeño agujero en vez del conducto habitual
El objeto de esto es que los hombres puedan tener relaciones sexuales sin embarazar a las mujeres, a menos que ellos cubran el orificio artificial.
Y todo esto se hace, por supuesto, sin anestesia.
3.- El salto de las vacas de los Hamar
Entre las edad de 12 y 15 años, los chicos de la tribu etíope de los Hamar tienen que pasar un rito de masculinidad en el cual deben saltar sobre una serie de vacas puestas lado a lado, por 4 veces consecutivas, sin caerse.
Si cometen el menor error, las cosas pueden ponerse difíciles para esta persona por el resto de su vida, pues será imposible que consigan el respeto de los demás, una esposa o un lugar entre los pastores de la tribu.
2.- El viaje psicodélico de los Algonquinos
Los niños de la tribu de los Algonquinos, cerca de Quebec, Canadá, tienen un rito de paso hacia la vida adulta (y hacia la masculinidad) especial en el que se usa una droga conocida como wysoccan.
Pero no crean que es como estar hasta arriba de yerba durante tres semanas. La substancia activa de la droga que usan los algonquinos contiene datura, una substancia alucinógena altamente peligrosa. Es 100 veces más poderosa que el LSD. Los efectos de esta droga son, además de las alucinaciones, taquicardia, amnesia e hipotermia.
El objetivo de tal martirio es, supuestamente, provocar un estado de amnesia para que el adulto olvide de una buena vez todas las experiencias de cuando era niño. Por desgracia, el efecto de la droga no solamente borra los recuerdos bochornosos, sino todos, incluyendo su familia, cómo hablar e incluso, su propio nombre.
Si de casualidad el chico muestra señales de recordar cualquier cosa después de haber pasado tres semanas drogado en la jaula, entonces lo regresan y se le aplica un segundo tratamiento.
1.- La cacería de los Matis
Para que un chico se pueda convertir en miembro de la secta de cazadores entre los Matis de Brasil, se le aplica un poco de veneno en sus ojos, supuestamente para mejorar su visión e incrementar sus sentidos.
Después el chico es sometido a golpes y latigazos, pero eso parece un juego de niños comparado con la parte final del ritual, que consiste en inyectarles un poco del veneno de la Phyllomedusa bicolor, una minúscula rana que contiene una de las toxinas más poderosas del reino animal.
Tras quemar un área de la piel, la sustancia extraída de la rana es inyectada usando una astilla de madera. El veneno, supuestamente, incrementa la fuerza y la resistencia, aunque dichas virtudes aparecerán después de que el niño se recupere del mareo, el intensísimo vómito y una diarrea espantosa.