DIEZ PROBLEMAS DE LA GENTE INTELIGENTE

En todo grupo de amigos existe uno que se destaca por su inteligencia. Es a él a quien acudimos en medio de una discusión para su punto de vista o su conocimiento esclarecedor. Cuando la figura del amigo inteligente se torna de simpática a molesta y de molesta a insoportable es él quién debe preguntarse: ¿Qué hice mal? Posiblemente sus aires de superioridad le impedirán admitir que en ciertas ocasiones se comportó como un cínico. Para orientarlo sobre sus errores, a continuación una lista de situaciones que seguramente le serán familiares.



DISCUTIR CON MEDIOCRES
Al inteligente le gusta discutir. Sabe que tiene una oportunidad para demostrar su superioridad, explayar sus múltiples conocimientos y salir bien parado de su exposición. Pero el inteligente también peca de vanidoso. Le gusta demostrar su virtud y en pos de ese objetivo buscará involucrarse en cualquier discusión. ¡Cuidado!, puede que en tu búsqueda te encuentres debatiendo con alguien inferior a ti, convirtiéndote a ti en un mediocre por rebajarse a un intercambio con alguien sin argumentos y justificaciones del tipo "porque si".


DEBATIR CON GENTE MÁS INTELIGENTE QUE UNO
Una situación similar al ejemplo anterior es el debate con gente más inteligente que uno. La diferencia es que aquí el gran error sería que te embarques en él. Un inteligente debe poder elegir sus batallas según su contrincante si no quiere ver desvalorizada su sabiduría. Evita quedar a expuesto a una posible derrota verbal que ataque directamente a tu ego, ese que mantienes bien alto, tanto que te hace creer que eres inteligente.


ALTANERÍA
Una vez más, crees que tu inteligencia es el pasaporte para llevarte el mundo por delante. En tu inútil creencia de que no te equivocarás, de suponer que eres más que los demás y por ende tienes más derechos cosecharás muchos enemigos. Seguramente sentirás que se trata de envidiosos que no soportan tus vastos conocimientos. Estás equivocado. Son sujetos para con los cuales has tenido una actitud altanera que han preferido ignorarte y quizás hasta considerarte descortés.


ACUMULADOR DE CONOCIMIENTOS
Justificar tu inteligencia con múltiples títulos universitarios, cursos o calificaciones altas no asegura que otros te consideren como un sabiondo. Será en tu desempeño, en tu capacidad para manejar situaciones dificultosas y tu destreza para las relaciones con todo tipo de personas donde quedará expuesta tu inteligencia. Alguien que se considere inteligente sabe muy bien que los laureles académicos se pueden convertir rápidamente en papeles con firmas si no son refrendados por los pares.


CORREGIR ERRORES
El amigo maestro, que quiere enseñarnos y nos corrige toda frase que expresamos. ¡Qué molesto ese amigo! Seguramente se burlan de él a sus espaldas por siempre querer demostrar que leyó un libro o prestó más atención en clase. A nadie le gusta quedar en evidencia de un error, ni al inteligente ni al ignorante. Para una convivencia social placentera, mejor sólo corrige los errores que te parecen significativamente graves y deja pasar los pequeños e inofensivos.


ESPONTANEIDAD
La inteligencia te hace pensar que no cometerás errores. La soberbia que conlleva cualquier situación donde te crees superior puede que te meta en más de un inconveniente. Y no se trata precisamente de un error por ignorancia, sino por haberte creído capaz de brindar respuestas rápidas a cuestiones que precisan un poco de meditación. En síntesis, no por contestar antes te verás más inteligente. Puede que en el transcurso cometas un error que te haga quedar fuera de ese ámbito y humillado.


LA MISMA PIEDRA
Tropezar dos veces con la misma piedra debiese llamar la atención y preocupación de cualquier persona que se considere inteligente. Caer por segunda vez en un error para alguien con tan alto estima enciende las alarmas. ¿Qué sucede? ¿Ya no somos tan inteligentes como para evitar equivocarnos con la misma situación? En absoluto. Es imposible mantener la guardia alta de la inteligencia las 24 horas del día. Fue sólo un error. Errar es humano. Los inteligentes también son seres humanos.


LA PERFECCIÓN
Lo dijimos anteriormente: quien se cree inteligente no se permite un error. Errar sería quedar en evidencia ante terceros y eso lastimaría enormemente su ego. Buscando minimizar la posibilidad de equivocarse el inteligente aspirará a la perfección más absoluta. Dedicará más tiempo de lo normal a mejorar su proyecto, por más que éste ya esté terminado. No importa el esfuerzo si el fin es demostrar las increíbles cosas que es capaz de hacer un sujeto que alimenta su alma de su supuesta superioridad.


AGENDA OCUPADA
El inteligente pasa parte de su día quejándose por las pocas actividades que realizan otros en comparación a las suyas. Cree que tener una agenda cargada de eventos lo hace interesante y lo coloca un pedestal por encima de otros que, a su entender, desperdician su tiempo haciendo nada. Pero todo es una ilusión. Pueden pasar el día ocupados en diversas tareas, pero no por eso ser productivas. No eres más inteligente por tener menos tiempo libre.


MIEDO
Tener miedo es natural en el ser humano, pero para el inteligente puede ser un obstáculo imposible de vencer. El miedo puede ser por múltiples razones: un cambio, una situación que podría dejarlos en desventaja o en ridículo. El inteligente suele ser precavido, por lo que siempre creerá que no está preparado para abordar una nueva cuestión. Por lo tanto, será cuestión de que te relajes, confíes en tu supuesta inteligencia y dejes que ella te guíe hacia las decisiones correctas.
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