El segundo lago más grande de México se muere


La laguna de Cuitzeo quedó prácticamente partida a la mitad con la construcción de dos grandes autopistas.


Partido a la mitad por dos grandes autopistas, el enorme mar interior que era el lago de Cuitzeo (400 kilómetros cuadrados) parece hoy un espejo roto del cielo: la mitad de su cuerpo acuoso se encuentra seco, casi como un desierto.
Hace apenas 20 años, esta popular región era visitada por miles de personas que venían a disfrutar de sus aguas. Ahora se levantan allí frecuentes tolvaneras (tormentas de arena) y un desierto de sal. Al ir de la Ciudad de México rumbo al estado de Michoacán ya no se aparece el imponente lago ni se ven las barcas de otros tiempos. Si uno baja en autopista del estado de Guanajuato hacia la capital michoacana de Morelia, puede apreciar cómo fue cortado por la mitad por la propia carretera.
Después de la desecación de los diversos lagos que componían la Cuenca de México, un proceso que duró siglos y que todavía se encuentra en sus últimas etapas, la región de las lagunas compuesta por Cuitzeo, Zacapu, Pátzcuaro y Zirahuén quedaron como el último ejemplo en el centro de México de lo que fue en origen este país y de su íntima relación con el agua.
Y es que la muerte de estas lagunas, tan centenaria como la colonización española en la Cuenca de México, pero muy reciente en las lagunas de Michoacán, pone en vilo a toda una forma de vida, heredera de las grandes civilizaciones mexica y purépecha que se asentaron en la región.
Sus descendientes, los actuales habitantes purépecha, que se dedican primordialmente a la pesca, se enfrentan a un fuerte problema de contaminación y de pérdida de diversidad natural en la región, lo que conlleva la destrucción de sus fuentes de trabajo.
De acuerdo con un reportaje del diario 'La Jornada' de 2010, para aquel año había 1500 pescadores afectados por la progresiva muerte del lago.
En 2010, cada pescador sacaba, como máximo, 20 kilogramos de pescado al día. En 12 años, la laguna había perdido 84 millones de metros cúbicos, afectando a cuatro municipios donde el 90% de la población vive de la pesca.
Además de todo esto, los habitantes de pueblos ribereños como Huandacareo, Capacho o Copándaro están experimentando en los últimos años un aumento de problemas gastrointestinales y en las vías respiratorias debido a la contaminación.
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