"Los líderes chinos son ambiciosos y se están moviendo hacia el estatus de gran potencia", señaló Seth Cropsey, investigador principal en el Instituto Hudson, con sede en Washington, agregando que "EE.UU. no está tomando esta posibilidad tan en serio como debería".
Para responder a esta amenaza, agregó el investigador, EE.UU. tiene que desarrollar un plan de guerra detallado que implique a todos los activos militares estadounidenses.
Por su parte, Jim Thomas, vicepresidente y director de estudios del Centro para Evaluaciones Estratégicas y Presupuestarias, señaló que el gasto militar de China casi se ha triplicado en los últimos diez años, pasando de 45.000 millones de dólares en 2003 a por lo menos 115.000 millones en la actualidad.
"Hace una década China dependía de la asistencia de Rusia y su armamento, pero ahora se desplaza cada vez más hacia el diseño y la producción local", indicó Thomas.
Gran parte de la audiencia se centró en cómo EE.UU. puede ejercer de contrapeso a los movimientos estratégicos de China para impedirle el acceso a ciertas zonas de la región usando misiles de largo alcance, destructores de misiles guiados y submarinos. En particular, los analistas dijeron que China está tratando de controlar los cursos de agua y restringir el acceso a las islas y territorios clave de la región.